AÑOS ATRÁS
Años atrás, en Montreal (Canadá), donde estaba asilado mi hermano comunista, lo visitaba por primera vez. Fuimos a comer empanadas a una panadería de chilenos también exilados. No sentamos en la única mesa que había a degustar esa maravillosa cosa llamada “empanada chilena”. Le pregunté por qué se asiló allí y no en Cuba. Me respondió que era comunista, pero no idiota. Luego se sentaron a la mesa un funcionario del gobierno cubano, con dos guarda-espaldas, que estaba encargado de comprar autos de Canadá usados y llevarlos a Cuba. Se sintió muy satisfecho de saber que mi hermano era un exilado comunista chileno y yo un ingeniero apolítico sin partido. Me hice el weón y le pregunté si en Cuba era verdad que no había partidos políticos. Me dijo que, muy por el contrario, había uno que valía por 10 de los otros: el Partido Comunista de Cuba. Le pregunté: ¿Cuál el motivo de prohibir los demás partidos? Me respondió que era para evitar “enturbar” la cabeza de los Trabajadores. Así ellos defendían y evitaban confundir la cabeza de los ciudadanos. Me hice parecer más weón, y le respondí: ¡¡¡ENTENDÍ!!! Años más tarde mi hermano me contó que a este funcionario lo encarcelaron y le dieron una pena de 15 años por corrupto contrarrevolucionario y criticar a Raúl Castro en Cuba.
EN EL COMUNISMO, NADIE ESTÁ SEGURO, NI LOS PROPIOS COMUNISTAS.