ANTOINE LAVOISIER
Antoine-Laurent de Lavoisier es considerado el padre de la química moderna. Nacido de una familia muy rica en 26 de agosto de 1743 y huérfano de madre desde muy joven, estudió en los mejores colegios de Paris. Su familia también era noble, lo que le ayudó a conseguir un cargo de “colector de impuestos del reino”. Durante varias horas del día, las dedicaba a estudiar química, que era su pasión, sin dejar el trabajo de colector de impuestos. Su primer destaque sucedió cuando venció un concurso para iluminar las calles de Paris. Luego, más tarde, fue invitado para integrar la Academia de Ciencias de Francia muy joven, alrededor de los 25 años, por el justo motivo de ser una inteligencia brillante. Formó parte de una comisión que revisó los estudios de Jean Paul Marat, un brillante médico que se presentaba a la Academia y que, debido a su rechazo en la Academia, le tomó una profunda antipatía a Lavoisier, al cual lo culpó de echar por tierra sus estudios investigativos, declarando sus resultados como equivocados.
Más tarde, cuando se desató la Revolución Francesa, Marat se transformó en un asesino sádico, ordenando matar a todos los girondinos que querían una “Revolución sin sangre”. Lavoisier fue acusado por Marat y sus seguidores enloquecidos de ladrón, noble, rico y antirrevolucionario. Marat mandó encarcelar a todos los miembros de la Academia (DULCE VENGANZA). Las acusaciones contra Lavoisier eran casi todas infundadas y mentirosas, excepto que era noble y rico (Y FELIZ). Al decir su famosa frase, Lavoisier puede ser considerado como el primer Socialista Democrático visible: “LA FELICIDAD NO DEBE LIMITARSE A UN PEQUEÑO GRUPO DE PERSONAS, SINO QUE DEBE PERTENECER A TODOS”.
Sus estudios permitieron descubrir el oxígeno como un gas “comburente” y el “hidrógeno” como un gas combustible”. Con estos dos elementos a vista, pudo ser iniciada la química moderna, acompañada del famoso enunciado: “En la naturaleza, nada se cría o desaparece, todo se transforma”. Los seguidores de Marat (después de su asesinato por las manos de una mujer) pidieron la cabeza de Lavoisier. La asamblea de “comunistas” (eran llamados jacobinos) lo condenó a morir en la guillotina, y su rabia era tanta, así como su crueldad (de ellos), que su cuerpo fue lanzado a una alcantarilla para que se pudriera.
Todo el mundo elogia a la Revolución Francesa, pero esta fue una “carnicería” vandálica de envidiosos y rabiosos. Sus promesas de hacer una revolución para difundir la igualdad, la fraternidad y la libertad no pasaron de eso: simples promesas. En cambio, guillotinando, torturando y abusando de las personas que se oponían a esa “orgía de sangre”, mostraban su demagogia revolucionaria y falsedad de promesas. La revolución francesa desembocó en la dictadura de Napoleón, sin libertad, sin igualdad y sin fraternidad.
Chile hará una nueva Constitución, ¿¿¿cómo haremos para evitar la dictadura y los excesos en ella???