LA COMPOSICIÓN DE LA SOCIEDAD – I
La composición de una sociedad de un país varía de uno para otro por causa de innúmeras variables. Nosotros los politólogos somos menos preparados que los sociólogos para desmenuzarlas y entenderlas, pero no menos interesados que ellos como la mayoría de las personas. Karl Marx dijo que la sociedad estaba dividida entre “explotadores y explotados” y ya no más entre “vasallos y señores feudales, dueños de la tierra y de los castillos”. Entre los explotadores estaban los “capitalistas”, los dueños del dinero y del otro los “proletarios”, dueños apenas de los hijos que irían trabajar para los capitalistas cuando adolescentes y/o adultos. Los primeros seguirían dueños del dinero (cada vez más dinero) y los hijos de los proletarios se transformarían en nuevos proletarios con cada vez menos dinero, lo suficiente para no morir.
Marx y Engels murieron, y el mundo siguió su camino desarrollándose, cambiando y adaptándose a nuevas situaciones. El capitalismo tomó nuevas formas, más dinámicas, y las fuerzas que eran proletarias fueron pasando a un estado mayor, y ya dejaron de ser proletarias, pues ya tenían casa propia, vehículo, teléfono, radio, TV, máquina de lavar ropa, plancha eléctrica, refrigerador, estufas, etc. Hoy tienen celular y/o computador. Los capitalistas fueron tomando otro cuerpo, uno más humano, y comenzaron a aceptar (inicialmente no de buen agrado) los derechos de los Trabajadores. A pesar que los Trabajadores ya no eran “proletarios” puros como los de la época de Marx y Engels.
Los estudiosos de la sociedad y sus relaciones (los sociólogos, politólogos, políticos e interesados) descubrieron una estructura dupla que consistía de “ricos” y de “pobres”. Luego las condiciones por qué algunos eran ricos y otros eran pobres ya no obedecían a las causas que había señalado Marx: la división del Trabajo. Entre los que tenían el dinero y los que no lo tenían. Marx no consideraba a los administradores como capitalistas, pero en la sociedad actual los que tienen el dinero, casi todos lo administran Trabajando junto con los funcionarios en las 8 horas de trabajo diariamente. Es decir, son Trabajadores con capital propio y los otros son Trabajadores sin capital.
Veamos una hacienda azucarera en Brasil y otra en Cuba. Tanto el dueño de la hacienda como el funcionario trabajan 8 horas por día. Uno manejando el tractor cortador de caña con aire frio climatizado (en Brasil ya no se corta la caña a mano como en Cuba) y el otro en la oficina negociando con la usina el precio de la caña cortada que será transformada en azúcar. Por ley, el funcionario debe recibir no menos que 500 dólares por mes (según el funcionario y su especialización, puede llegar hasta 3 mil dólares por mes, el salario), lo que le permite tener una moto japonesa (en Brasil todas las motos son japonesas) o un auto fabricado en Brasil, casa propia, los hijos en la escuela gratuita y la mujer con todos los electrodomésticos posibles en casa.
En los periodos entre cosechas, el funcionario se desempeña como operario de mantención en la misma hacienda. En Cuba sería lo mismo, si Fidel castro no hubiera estatizado las haciendas (inclusive la de su mamá, por eso dicen que Fidel no respetó ni a su mamá). Hoy los funcionarios de las haciendas de caña de azúcar en Cuba continúan cortando la caña a mano, transpirando de la cabeza a los pies, y ganan apenas de 12 a 16 dólares por mes. Viven en acampamentos de campaña y lo único que tienen igual es que sus hijos van a una escuela gratuita, igual que en Brasil. También tiene asistencia médica gratuita en el hospital de la ciudad o en el “ambulatorio médico más cercano”. El administrador cubano, nombrado por el gobierno, administra la producción de caña igual que el dueño lo hace en Brasil. La diferencia es que uno es dueño y el otro es nombrado por el Partido Comunista. Los Trabajadores de Cuba ven carne de res solo en fotos. Los del Brasil la encuentran en las carnicerías y en el supermercado de la ciudad.
En una Democracia, la Sociedad está dividida apenas en “emprendedores” y en “funcionarios”. Los emprendedores tienen la posibilidad de pasar de funcionarios a empresarios y de empresarios a ricos. Ya los que desean apenas ser funcionarios, por la garantía de tener siempre el salario fijo y garantizado al final del mes, serán siempre funcionarios. Lo máximo que conseguirán, es ser “funcionarios de alta renta”.
En el comunismo o en el marxismo, en general, los emprendedores no son incentivados (germen del capitalismo), por eso no hay ricos. En verdad todos son pobres. Es decir, hay igualdad en la pobreza. El marxismo-comunismo cree que el motivo de la pobreza es la existencia de ricos en la sociedad. Entonces, ¿por qué en Cuba son todos pobres, si no hay ricos? En esto los comunistas tratarán de enredar y complicar la respuesta para justificar lo injustificable.
¿Quiénes son los emprendedores? Generalmente son los más valientes y corajosos que se aventuran a un emprendimiento sin certidumbre de éxito. Sin certidumbre que, al final de mes, obtendrán alguna utilidad. Cuando tienen éxito, producen riqueza. Producen productos y servicios para el país. Producen empleos para otros Trabajadores, eliminando así la cesantía. Producen lucro que produce impuestos y dinero para la sociedad pagado al gobierno, que puede así ayudar a otros Trabajadores que están cesantes y que no tienen posibilidad ni voluntad de ser emprendedores. En Cuba aceptan los emprendedores, desde que el negocio no tenga más de un empleado contratado del gobierno. Los demás pueden ser parientes como lo son los “Paladares” (Restaurantes familiares).
La nueva Constitución chilena debe garantizar a todo chileno la libertad y el derecho de ser un emprendedor cuando así lo quiera y contratar cuantos funcionarios precisar. ¿No lo cree Ud.? ¡Opine, pues es su derecho!
¿UD. SABÍA QUE EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO REÚNE LO MEJOR DEL SOCIALISMO (JUSTICIA SOCIAL) Y LO MEJOR DE LA DEMOCRACIA (LIBERTAD) Y TOLERA EL CAPITALISMO SOCIAL HASTA QUE SE INVENTE COSA MEJOR. O SEA, RESPETA Y PROTEGE LA PROPIEDAD PRIVADA?
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INSTITUTO FILOSÓFICO POLITÓLOGO DEMOKRATIS.